Crecimiento físico y emocional
Todos crecemos físicamente. Sin embargo, no todos lo hacemos
emocionalmente. Algunos, por razones que no estuvieron en nuestras manos,
estamos atorados y, aunque nos cueste trabajo admitirlo, allá atrás, en nuestra
niñez, no aprendimos una manera “sana”
de manejar nuestras emociones.
Piénsalo:
Si naciste en una familia disfuncional y creciste con
adultos emocionalmente inestables, o peor aún, que abusaron de substancias intoxicantes,
fuiste educado por personas que, sin ánimo de crítica, tampoco crecieron emocionalmente;
por eso usaban substancias ¿no lo crees? En consecuencia, no tuviste buenos
modelos de crianza para madurar emocionalmente y hoy seguramente tienes problemas
con el manejo de tus emociones.
¿Cómo se supone que íbamos a madurar, como lo hacen los hijos
de familias emocionalmente sanas, si nuestro modelo de aprendizaje fue
disfuncional? Sobre todo porque de niños ¡no teníamos la menor idea de lo que
es la “madurez emocional”!.
Luego crecimos, nos convertimos en adultos, nos casamos y
sin ninguna pista de cómo funcionan las familias sanas y funcionales, tuvimos a
nuestros propios hijos. ¿Cómo se supone que íbamos a educarlos y ser buenos
padres, maduros y funcionales, si nunca vimos a uno en acción?
Y el círculo vicioso continuó.
Mientras las cosas marcharon bien, no tuvimos problemas.
Pero tan solo bastó un conflicto, una discusión o pequeña pelea para que nuestra
respuesta emocional fuera, para nuestra sorpresa y la de todos, ¡muy por abajo de
la de un adulto maduro! Siendo honestos, ¡reaccionamos como niños! dándonos
cuenta de que somos ¡Adultos Niños!
Extraído del libro "Afirmaciones Diarias para Adultos Niños" disponible pulsando aquí
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