sábado, 23 de agosto de 2014

El Problema de los Adultos Niños

"El Problema"

Muchos de nosotros encontramos que por haber crecido en un hogar alcohólico o disfuncional teníamos diversas características en común.
Nos habíamos llegado a sentir aislados y nerviosos con otras personas, especialmente con las figuras de autoridad. Para protegernos, nos convertimos en personas que buscamos agradar a otros a pesar de perder nuestra identidad en el proceso. Asimismo, nos equivocábamos porque interpretábamos la crítica personal como una amenaza.
O bien nos convertimos en alcohólicos o nos casamos con alguno o ambas cosas. Y si no, encontramos alguna otra persona con conductas obsesivas compulsivas, tal como el trabajo en exceso, para llenar nuestra necesidad enferma de abandono.
Vivimos la vida desde la perspectiva de víctimas. Por un sentido sobre desarrollado de la responsabilidad, preferimos preocuparnos por los problemas de otros que por los nuestros. Nos sentimos culpables cuando hacemos valer nuestra opinión y por lo regular preferimos que otros decidan por nosotros. Por ello, somos reactores en lugar de actores, y preferimos que otros tomen la iniciativa.
Somos personalidades dependientes, aterrorizadas por el abandono, dispuestos a hacer casi cualquier cosa por mantenernos en una relación con tal de no sentirnos abandonados. Pero contra nuestro bienestar, inconscientemente preferimos relaciones inseguras porque se asemejan a las de nuestra infancia con nuestros padres alcohólicos.
La enfermedad familiar del alcoholismo nos hizo "Co-Víctimas" – personas con las características del alcoholismo sin siquiera haber tomado un trago. De niños aprendimos a ocultar nuestros sentimientos y de adultos a reprimirlos. Como consecuencia de este acondicionamiento, confundimos el amor con la lástima, prefiriendo amar a aquellos que podemos rescatar. Aún más derrotados, nos hicimos adictos a los problemas excitantes en todos los asuntos de nuestra vida, prefiriendo el malestar constante que las soluciones constructivas.

“Esto es una descripción, no una declaración”.

extraído del libro "Adultos Niños" por Max R. Schmidt

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