domingo, 28 de junio de 2015

Doce Pasos

Admitimos que éramos impotentes ante las deficiencias de nuestra infancia - que nuestras vidas se habían vuelto inmanejables

Comprendiendo el primer paso

¿Recuerdas cuando eras niño y te hacían cosquillas? Y algunas veces te las hacían tan fuerte que perdías el control, y gritabas “¡Me doy, me doy, por favor, ya no me hagas cosquillas!”. ¿Y algunas veces, hasta que alguien te rescataba dejaban de molestarte?
El Primer Paso es como este episodio de nuestra niñez. Nuestra vida, conductas y actitudes son como esa persona cruel que nos hacía cosquillas, y ahora nos causan dolor y daños. Y tratamos de controlar para dominar y protegernos, pero los resultados frecuentemente han sido un caos. Y ahora no queremos ni ceder el control ni liberarnos de este tormento. En el Primer Paso admitimos que ya no podemos seguir así. Pedimos que nos liberen. Gritamos llorando: “¡Me doy!”.

Trabajando el primer paso

El Primer Paso nos brinda la oportunidad para admitir nuestra realidad y reconocer que nuestra vida no está funcionando como quisiéramos. Aprovechamos esta oportunidad para dejar de fingir y enfrentarnos a nuestra impotencia; en cierta forma, detenemos el malabarismo que hemos realizado con nuestras vidas durante tanto tiempo. Admitimos que no podemos continuar con la falsa idea de tener el control. Si esto significa dejar caer las pelotas, entonces ¡que se caigan, y ya! Estamos tan cansados de hacer tantos malabares con nuestra vida, que estamos listos para aceptar lo que venga.

Preparándonos para el primer paso

Manejamos nuestra vida de tal modo que llegamos al final de la cuerda y tocamos fondo. Nuestro esfuerzo y modo de hacer las cosas nos falló. En este punto, el Primer Paso nos da la oportunidad de reconocer que no tenemos control sobre nuestra vida. Nos preparamos admitiendo que nuestra impotencia es el primer paso del viaje que nos llevará hacia la plenitud. Este paso detiene el esfuerzo mal aplicado y nuestra forma de vivir. De hecho, nos da permiso para rendirnos.

Oración para el primer paso

Siendo Honesto
Siendo honesto, no sé a quién le estoy orando.
Quizás me esté hablando a mí mismo, pero...
Siendo honesto, ya no puedo soportarlo más.
Mi vida es un fracaso, me siento como un...
Siendo honesto, quiero morir,
quiero dejar de lastimarme; ya no quiero lastimarlos.
Siendo honesto, no sé qué es lo que debo de hacer.
Estoy perdido... vacío... todo es oscuridad.
Siendo honesto, no sé si alguien realmente me esté escuchando,
Pero si me escuchan, por favor...
 ¡Ayúdenme!

L
as ideas presentadas en el Primer Paso son sobrecogedoras para la mayoría de los Adultos Niños, hasta que empezamos a ver nuestra vida como lo que realmente es. Nos sentimos amenazados al ver que hemos sido impotentes ante nuestra vida y que no hemos sabido manejarla. Nuestra experiencia nos recuerda que nuestras conductas no siempre nos han producido paz y serenidad. Nuestra niñez, si fue afectada por personas con problemas emocionales o que abusaron substancias, inconscientemente frustra nuestros mejores planes, sueños y deseos. A menudo, nuestro problemático pasado nos ha hecho perder contacto con nosotros mismos y nuestra vida está plagada de conductas indeseables y fuertes emociones.
Vivimos en una sociedad que da gran valor a los logros individuales. Quizás de niños se nos enseñó a tener mucho éxito y que lo más importante en nuestra sociedad es ser competitivo en la escuela, en los deportes y en los negocios para ser “triunfadores” y “personas exitosas”. Sin embargo, si no logramos hacer lo que se nos enseñó, entonces nos sentimos “perdedores” y “fracasados”. Debido a la ausencia de buenos modelos de crianza, los Adultos Niños solemos vivir confundidos, sin saber a dónde pertenecemos y tratando de saber que es normal. Nuestro sentido del valor y el mérito no está determinado por lo que hacemos, sino que más bien por lo que otros piensan de lo que hacemos. Analizando nuestro pasado, podemos seguir definiéndonos como “perdedores”, condicionándonos a fallar; la ausencia de amor propio nos dificulta ser triunfadores, lo que nos provoca tensión y ansiedad.
Al ir madurando, esta situación se complica más, y la tensión no nos permite sentir satisfacción, lo que complica aún más nuestros problemas. Nuestros miedos e inseguridades se incrementan, provocándonos mayor miedo y, quizás, hasta pánico. Para aliviar la tensión, algunos empezamos a desarrollar conductas obsesivas compulsivas como comer, apostar, tener romances, sobre trabajar, ser activo socialmente y otras conductas adictivas/compulsivas. Y en casos más desesperados, a usar substancias alteradoras de nuestro estado de ánimo como drogas, alcohol, etc. En conclusión, si al analizar nuestra vida con objetividad reconocemos que es como un torbellino, estamos listos para el Primer Paso. En este punto no tenemos mejor alternativa que admitir que somos impotentes ante las deficiencias de nuestra infancia, que nuestra vida es inmanejable y que es mejor pedir ayuda.
El Primer Paso establece el cimiento para trabajar los pasos restantes: admitir nuestra impotencia ante las circunstancias de nuestra vida e incapacidad para manejarla. Rendirnos ante esto no es fácil. Aun cuando nuestras actitudes y conductas nos han producido tensión y dolor, es muy difícil rendirse, desprenderse y confiar en que las cosas puedan ser mejores. Las reacciones ante esto son diversas. Pueden provocar malestares diversos como confusión, tristeza, ansiedad, mareos, insomnio, etc. Son las respuestas normales a los severos esfuerzos internos que sentimos al trabajar con el Primer Paso. Es importante recordar que rendirse requiere de una gran energía mental y emocional, así como de una fuerte determinación. En este punto no te desalientes, porque te espera una vida nueva de libertad y felicidad.

Reflexión personal

En el Primer Paso admitimos objetivamente la realidad de nuestra vida. Posiblemente por primera vez admitas una derrota y que necesitas ayuda. El Primer Paso consta de dos partes:
v  En la primera parte admitimos que como resultado de nuestra impotencia hemos desarrollado tendencias obsesivas que se manifiestan en la forma mediante la que hemos tratado de manipular nuestra vida para apaciguar la tensión y la ansiedad provocadas por nuestros esfuerzos, lo que nos ha atado a un proceso adictivo que nos ha hecho impotentes ante nuestras actitudes y conductas.
v  En la segunda parte del Primer Paso admitimos que nuestra vida es y seguirá siendo inmanejable si insistimos en vivir únicamente con nuestros recursos.
Tu historia:          ¿Qué te ha impedido aceptar que has sido impotente y que no has sabido manejar tu vida? ¿Qué área de tu vida te está causando la mayor tristeza?
Estamos tan acostumbrados a asumir una responsabilidad absoluta por todo lo que sucede en nuestra vida y en la de los demás que nuestro orgullo se rebela ante la idea de que somos impotentes y que debemos dejar de ser dominantes. Por haber sido criados en un ambiente familiar disfuncional, es natural que seamos reactores ante los cambios, por lo que muchos nos hemos convertido en personas excesivamente responsables, mientras que otros nos hemos retraído y nos hemos hecho muy irresponsables. Hasta que no sobrepasemos el umbral personal de dolor, no seremos capaces de dar el Primer Paso que nos lleva hacia la libertad y la renovación de la fortaleza interna que hemos buscado. Debemos aceptar plenamente el hecho de que hemos sido impotentes antes de poder rendirnos completamente.
Tu historia:          ¿Qué eventos de tu vida provocaron que te dieras cuenta de la profundidad de tu dolor? El dolor es una señal que activa tú adicción, obsesión o compulsión. Concretamente, ¿qué dolor es tu señal más fuerte?
Al aceptar la realidad de nuestra situación, buscamos de forma natural a otros para que nos den respuestas. Nos sentimos como tímidos principiantes y nos asombramos al reconocer que se nos ha escapado la calidad de vida que estamos buscando. Puede ser que nuestros amigos nos recomienden ver a un psiquiatra o hablar con algún pariente de confianza. No importa que tantas fuentes externas busquemos, no sentiremos alivio sino hasta que, por nosotros, en nuestra propia mente y corazón, aceptemos y reconozcamos nuestra impotencia. Así, y sólo así, empezaremos a ver que el Primer Paso es el inicio de la liberación, aún cuando aun pensemos que la vida funciona con nuestras anticuadas técnicas de supervivencia.
Tu historia:          ¿Cómo tus dependencias no te dejan ver tu realidad? ¿Cuál es tu mayor miedo? ¿Qué te hace dudar?
El Primer Paso debe ser un compromiso permanente. Debemos recordar que nuestras conductas, hábitos y actitudes destructivas son parte de nosotros y reacciones inconscientes a las tensiones de la vida. Conforme nos demos cuenta cómo surgieron, podremos admitir nuestra impotencia y buscar una solución con la ayuda de un Poder mayor que nosotros. Este simple acto abre la puerta a la sanación.
Tu historia:          ¿Dónde sientes una fuerte necesidad de tener el control? ¿Cuáles son los resultados de tus hábitos destructivos?
La segunda parte del Primer Paso, la admisión de que nuestra vida es inmanejable, es tan difícil de asimilar como darnos cuenta que somos impotentes. Nos podemos volver más observadores de los pensamientos y las conductas de nuestro pasado y de lo cual todavía dependemos como una forma para evadir nuestra realidad. Pero debemos ser absolutamente honestos, deshacernos de los disfraces y ver las cosas como realmente son. Cuando dejemos de buscar excusas para justificar nuestro comportamiento, habremos dado el primer paso de humildad necesario para aceptar una guía espiritual con la que vamos a protegernos para reconstruir nuestra vida.
Tu historia:          ¿Qué áreas de tu vida están fuera de control? ¿En qué situaciones específicas te excusas y justificas tu conducta?
La curación de una enfermedad se inicia al darnos cuenta de su presencia. De una manera similar, nuestra sanación inicia al darnos cuenta de nuestras conductas y actitudes destructivas y dar los pasos necesarios para modificarlas.
Tu historia:          ¿Qué conducta específica te causa los problemas que has estado evadiendo? ¿Qué conducta estas defendiendo mediante justificaciones? ¿Cómo lo haces?
Al ir avanzando en el programa, descubriremos que el cambio verdadero y duradero no sucede tratando de alterar las condiciones externas de nuestra vida. Aunque es tentador pensarlo así, debemos tener presente que los arreglos externos no pueden corregir los problemas internos, y que es necesario renunciar a la creencia de que nos podemos sanar manipulando nuestro medio ambiente. Nuestra buena disposición en trabajar los Pasos nos permitirá iniciar nuestra curación permanente y que comienza por nuestro interior.
Tú historia:          En el pasado, ¿cómo trataste de alterar tus condiciones de vida manipulando tu medio ambiente externo? ¿En qué áreas de tu vida quieres hacer el bien haciendo lo que no deseas hacer?

Preparándote para la fraternidad

Comparte en tu grupo ANA las preguntas que más te gustaron del Primer Paso. ¿Qué podría hacer otra persona para animarte en tu trabajo de Primer Paso y tu recuperación? Específicamente, ¿qué puedes hacer para alentar a tus compañeros en recuperación?

Ideas clave

v  Impotente: En el Primer Paso descubrimos que la recuperación comienza con la admisión de que somos impotentes. Admitimos que no tenemos poder sobre nosotros mismos para vivir la vida como lo quiere nuestro Poder superior.

v  Inmanejable: Hemos tratado de manejar nuestra vida y la vida de otros. Sin embargo, nuestros manejos generalmente se toparon con el fracaso. En el Primer Paso admitimos que no queremos controlar o manejar nuestra vida como lo habíamos hecho.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario